El tabaco es una droga estimulante del sistema nervioso central. Uno de sus componentes, la nicotina, posee una enorme capacidad adictiva, y es la causa por la que su consumo produce dependencia.
Productos tóxicos más destacados del tabaco (de los 4.000 posibles):
• Alquitranes: responsables de los distintos tipos de cáncer.
• Monóxido de carbono: favorece las enfermedades cardiovasculares.
• Irritantes (fenoles, amoníacos, ácido cianhídrico): responsables de enfermedades respiratorias como la bronquitis crónica y el enfisema pulmonar.
• Nicotina: causa la dependencia del tabaco. Tiene una vida media aproximada de dos horas, pero a medida que disminuye su concentración en sangre, se incrementa el deseo de fumar.
Otros componentes del tabaco: arsénico, cadmio, níquel, polonio 210,
acetona y metanol, entre otras sustancias cancerígenas o tóxicas.
EFECTOS
• Arrugas prematuras en la zona del labio superior, alrededor de los ojos (patas de gallo), barbilla y mejillas, y coloración grisácea de la piel que constituye el llamado “rostro del fumador”.
• Manchas en los dientes, infecciones y caries dentales.
• Mal aliento y mal olor corporal por impregnación del olor del tabaco.
• Manchas amarillentas en uñas y dedos.
• Aumento de catarros de repetición.
• Aumento de la tos.
• Disminución del rendimiento deportivo.
• Pérdida de apetito.
En España cada año mueren más de 50.000 personas debido al consumo de tabaco,
más que por los accidentes de tráfico y el consumo de drogas ilegales juntos.
• Bronquitis crónica.
• Enfisema pulmonar.
• Cáncer de pulmón.
• Hipertensión arterial.
• Enfermedad coronaria (angina o infarto de miocardio).
• Accidentes cerebrovasculares (trombosis, hemorragias o embolias).
• Úlcera gastrointestinal.
• Gastritis crónica.
• Cáncer de laringe.
• Cáncer bucofaríngeo.
• Cáncer renal o de vías urinarias.
• Impotencia sexual en el varón.
• La probabilidad de padecer un infarto se multiplica por 10 en las mujeres que fuman y utilizan anticonceptivos orales.
• Entre las mujeres fumadoras, la menopausia se adelanta una media de entre 2 y 3 años con
respecto a las mujeres que nunca han fumado.
• Aumenta el riesgo de sufrir osteoporosis.
• El consumo de tabaco incrementa en un 70% el riesgo de morir prematuramente.
• Más del 90% de los casos de bronquitis.
• Del 95% de los casos de cáncer de pulmón.
• Del 30% de todas las cardiopatías coronarias.
• Parte importante de los casos de cáncer de esófago, vejiga urinaria, cavidad bucal y laringe.
FUMADORES PASIVOS
Inhalar el aire contaminado por el humo del tabaco incrementa el riesgo de padecer las mismas enfermedades de corazón y de pulmón que los fumadores. Además, si padecen problemas alérgicos, asmáticos o cardiovasculares, pueden ver agravada su sintomatología.
¿CUÁNTO SE FUMA DESPUÉS DE LA LEY ANTITABACO?
El 67 por ciento de los fumadores mayores de 16 años consume los mismos o más cigarrillos desde la entrada en vigor, en enero de 2006, de la Ley Antitabaco, según la Encuesta Nacional de Salud.
Mito: Fumar un cigarrillo relaja y alivia el estrés.
Realidad: El tabaco no tiene propiedades relajantes puesto que es un estimulante. La aparente
sensación de “alivio” que se siente al fumar un cigarrillo se debe a la supresión de los
síntomas de abstinencia producidos por la falta de nicotina en el cerebro.
Mito: Los cigarrillos bajos en nicotina no hacen daño, no son cancerígenos.
Realidad: Aunque los cigarrillos bajos en nicotina y alquitrán son menos nocivos, se suelen
fumar en mayor cantidad para conseguir la misma concentración de nicotina en
sangre, con lo cual se anulan sus ventajas y los riesgos se asemejan a los de los
cigarrillos normales.
Mito: El tabaco contamina, pero más los coches y las fábricas, así que si podemos ser
víctimas de la contaminación ambiental ¿por qué preocuparnos?
Realidad: No hay que olvidar que el tabaco está presente en una tercera parte de todos los
cánceres diagnosticados, un porcentaje suficientemente importante como para
tener en cuenta sus riesgos.
Mito: Si se deja de fumar, se engorda siempre.
Realidad: Este mito es utilizado con frecuencia para no dejar de fumar. Es cierto que fumar conlleva un gasto calórico por sí mismo, y tras el abandono del tabaco puede producirse aumento de peso. La ansiedad por el síndrome de abstinencia, el “picoteo” entre horas y la mejora del gusto y del olfato al dejar de fumar contribuyen al aumento de peso. Una alimentación adecuada y ejercicio moderado pueden ser de ayuda y existen además técnicas de tipo psicológico o farmacológico que son eficaces para este problema.
CONSEJOS PARA ACABAR CON EL VÍCIO:
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